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Pepemillas La Locomotora de Moratalaz

Página 2 de mi viejo diario

Página 2 de mi viejo diario 2

Al día siguiente de firmar el contrato ya estaba trabajando de Controlador en el acceso de un Club Deportivo. Todo esto apenas quince días después de terminar mi contrato en el Ministerio.
Esto fue a mediados de Enero.
A partir de ahí, todo ha ido sucediéndose a velocidad de vértigo hasta el día de hoy. El contrato era por seis meses, siendo los tres primeros de prueba. Periodo que conseguí pasar. En el mes de Mayo llegó a mis manos una circular de la Empresa que informaba de un curso para aspirantes a Vigilantes de Seguridad. Esto me interesó mucho y me apunté sin dudarlo.
Hice el curso en el mes de Junio. En Julio cogí vacaciones sin saber qué me encontraría a mi regreso. ¿Seguiría o no seguiría en la Empresa?¿Me renovarían o no? Mi Jefe de Equipo me decía que no me preocupara, que lo más probable era que me renovaran. Que cada vez que le preguntaron por cómo me desenvolvía en el puesto, él siempre había dado buenos informes de mí.
Trabajar de Controlador en el Club Deportivo en el que estuve no es fácil. Hay que tener mucho dominio y mucho temple. Y en ocasiones tragar mucha, mucha quina. Pero yo supe hacerme con ello. Me adapté bastante bien.
También llegó a mis oídos el hecho de que si te renovaban al cumplir los seis meses, automáticamente pasabas a ser indefinido. Eso me tranquilizó y me estimuló.
Volví de las vacaciones – estupendas e inolvidables vacaciones por cierto -, en un camping de playa en La Manga -, y como nadie de la Empresa me había llamado, ni me notificaron nada, di por hecho que ya era indefinido y seguí trabajando con normalidad.
En Agosto publicaron las fechas de examen de mi convocatoria. Me examinaba el 9 y el 13 de Septiembre. El 9 de Septiembre me examinaba de las pruebas físicas. Tuve la suerte de que encima las hicieran en el Polideportivo de Moratalaz. ¡¡En mi barrio!! A un paseo de casa. Eso ya se hubiera podido entender como un signo del destino.
¿Qué quieres que te diga? Para mí correr en esas pistas es como para el Real Madrid jugar en el Bernabeu. Me son tan familiares por tantas veces como he ido a entrenar allí, y porque allí fue donde terminaba – y sigue terminando – la Media Maratón de Moratalaz que corrí hace unos años. Esa misma Media Maratón que si Dios quiere volveré a correr este año. Pero esa es otra historia.
Se suponía que el que no pasara las pruebas físicas, estaba eliminado y ya no podría examinarse del teórico. A mí la que más me preocupaba era la del Kilómetro. En condiciones normales sé que lo puedo hacer sobradamente en el tiempo de 5’30’’ que pedían como tope máximo. El problema era que como llevaba mucho tiempo sin correr, que es lo que a mí más me gusta – después de caminar por el monte -, estuve entrenando durante todo Junio y hasta mediados de Julio en que tuve que parar. No hice demasiado caso a los que me aconsejaban que cambiara de zapatillas. Me decían que las que usaba no eran adecuadas para lo que estaba haciendo. ¡Y qué verdad era! Me fastidié una rodilla. Se me inflamó y la sentía encasquillada. Así que me tocó parar casi todo el mes de Agosto. Dejé de correr. A mediados de Agosto compré unas zapatillas con cámara de aire de las que amortiguan la pisada. No las pude estrenar hasta finales de Agosto. Y lo hice con más miedo que otra cosa.
Miedo de volver a hacerme daño, o de que la rodilla aunque ya no me molestaba, volviera a resentirse. Me compré un vendaje compresivo para que sujetara la rodilla desde la parte media del muslo hasta la parte media de la pantorrilla.
Al principio parecía que funcionaba. Para no forzar la cosa más de la cuenta, lo que hacía eran carreras cortas y suaves. Pero no podía hacer nada de velocidad. Nada de correr a tope. Eso prohibido. La rodilla ya no me volvió a dar la lata, pero algo me decía que no todo iba todo lo bien que debía. Algo me decía que era mejor no intentar ir más allá porque con el margen de tiempo que me quedaba hasta el 9 de Septiembre – apenas diez días -, a lo mejor no iba a poder ni hacer el examen. Y eso sí que no me interesaba. Paré.

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