Agua de borrajas
En Abril, aguas mil. Eso reza nuestro refranero.
Sería antes, porque lo que es a día de hoy Ni en la sombra se parece este mes de Abril a lo que fueron antaño. A la vista está la pertinaz sequía que nos acucia y que a no mucho tardar, nos empezará a pasar factura poco antes del verano, si no lo está haciendo ya.
Recuerdo aquellos meses de Abril frescos y caudalosos. Hace pocos días, cayó en Madrid una importante cantidad de agua. No voy a decir que fue una tromba, pero sí algo más que una simple lluvia. Me pilló regresando del trabajo, y contra lo que es mi costumbre, de la impresión que me dio ver caer tal cantidad de agua, apagué la radio que suelo llevar a un volumen bastante elevado.
Oír el repiqueteo de esas gotas de agua golpeando el techo del coche, y ver cómo los limpiaparabrisas no daban abasto, era todo un espectáculo. Merecía la pena ser disfrutado. Tan sólo fueron unos minutos, pero unos minutos en los que se podía perdonar hasta el caos circulatorio que se originó. ¿Acaso nos pasó lo mismo a todos los que estábamos circulando en ese momento? ¡Quién sabe!
El caso es que de poco sirve una lluvia así si a las pocas horas ves lucir un sol esplendido como el que lució. Y de la lluvia no se ha vuelto a saber nada. Sin una continuidad, esto va de mal en peor. Pero al menos pude inmortalizar ese momento. Me quedo con él, porque no sé cuando volveré a ver otro igual.
Saludos.
Aquí sigo con mis monólogos interiores.
Sería antes, porque lo que es a día de hoy Ni en la sombra se parece este mes de Abril a lo que fueron antaño. A la vista está la pertinaz sequía que nos acucia y que a no mucho tardar, nos empezará a pasar factura poco antes del verano, si no lo está haciendo ya.
Recuerdo aquellos meses de Abril frescos y caudalosos. Hace pocos días, cayó en Madrid una importante cantidad de agua. No voy a decir que fue una tromba, pero sí algo más que una simple lluvia. Me pilló regresando del trabajo, y contra lo que es mi costumbre, de la impresión que me dio ver caer tal cantidad de agua, apagué la radio que suelo llevar a un volumen bastante elevado.
Oír el repiqueteo de esas gotas de agua golpeando el techo del coche, y ver cómo los limpiaparabrisas no daban abasto, era todo un espectáculo. Merecía la pena ser disfrutado. Tan sólo fueron unos minutos, pero unos minutos en los que se podía perdonar hasta el caos circulatorio que se originó. ¿Acaso nos pasó lo mismo a todos los que estábamos circulando en ese momento? ¡Quién sabe!
El caso es que de poco sirve una lluvia así si a las pocas horas ves lucir un sol esplendido como el que lució. Y de la lluvia no se ha vuelto a saber nada. Sin una continuidad, esto va de mal en peor. Pero al menos pude inmortalizar ese momento. Me quedo con él, porque no sé cuando volveré a ver otro igual.
Saludos.
Aquí sigo con mis monólogos interiores.
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