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Pepemillas La Locomotora de Moratalaz

Una de cal y otra de arena…

<b><font size=4>Una de cal y otra de arena…</font></b>

Analítica y Electrocardiograma, el Martes pasado. Esa es la de cal.
Estudio preanestésico, ayer. Esa ha sido la de arena. Pero con ración doble además.


Doble ración porque doble ha sido el fiasco. ¿Cuándo aprenderán los médicos a informar de los pormenores de una dolencia y su remedio? ¿Cuándo aprenderán a decir las cosas de un tirón y no a cuentagotas? ¿Qué pretenden? ¿Ahorrar sufrimiento?
¿Es justo que ayer mismo me entere por un anestesista de lo que me espera?


Uno procura estar mentalizado para lo que le espera. Se esfuerza, lucha y a veces, hasta lo consigue. Pero lo de ayer fue demasiado.


Al grano: que no es una operación la que me espera, sino dos. El currículo quirúrgico de mi pie gana caché. Con estas, serán cuatro operaciones en el mismo pie en menos de dos años. Increíble. Pero cierto. Resulta que en el caso de estas infecciones, la primera es para extraer lo que está mal y limpiar la zona afectada. Pero luego, hay que restituir lo que se ha quitado. Y esto, no se hace en la misma intervención.


Para semejante chaparrón no estaba preparado. Consecuencia de ello es que ayer pasara el resto del día bastante “arrugado”. Esto, a parte de que no me sonara nada bien lo de “limpiar” la zona afectada. Alguien con experiencia en el tema ha hecho llegar a mis oídos algo que preferiría no haber oído nunca y eso me inquieta.


En fin, que ayer doble de arena, porque eso por un lado. Y por otro, que me vuelven a hablar de un plazo de un mes para la intervención. Parece que me ponen el bombón el los labios y cuando lo voy a morder me lo alejan. ¿Tendré que mover ficha de nuevo para que le den a esto otro empujón? He perdido ya la cuenta de las preguntas que me hago. Son tantas…

El que no llora no mama

<font size=4>El que no llora no mama</font>


Y seguimos con los refranes para no perder la comba…


Dije el otro día que no todo estaba ganado aún. Que tenía que hacer por recortar mi condena de esperar hasta el 30 de Marzo lo más posible. Bueno, pues lo conseguí. Me puse cabezón yendo de un lado a otro y llamando aquí y allí. Y conseguí lo que quería.


Mañana Martes me hacen la analítica y el electro. El Jueves me tengo la cita de preanestesia. Calculo que a lo sumo en unos 10 días ya se ocupará de mí el matarife. No está mal, pero eso sí, he tenido que llorar un poco. La cosa me ha costado un par de asaltos, pero por una vez han entrado en razón sin esforzarse mucho.


Lo dicho: el que no llora no mama.

De bien nacido es ser agradecido

<font size=4>De bien nacido es ser agradecido</font>

Parece que últimamente lo mío es iniciar los artículos con refranes, pero en esta ocasión es más necesario que ninguna.


Me llevé una grata sorpresa el otro día al encontraros aquí a tantos con vuestras palabras de ánimo. Fortifican mucho la moral de uno en momentos bajos. Y la verdad, confieso que yo he pasado por uno. Pero pequeñito. Ya está ya ha pasado. Es que tanta pelea agota y esta gente me ha hecho pelear mucho.


Los asuntos médicos me han restado tiempo estos días, pero también las fuerzas me han flaqueado y por eso me aparté un poco de todo.


Lo que lamento es no haber tenido fuerzas para contestar a todos y cada uno de los mensajes en sui momento que hubiera sido lo adecuado.
Sé que tal vez es mucho pedir pero os ruego me disculpéis.
Tampoco está uno acostumbrado a recibir tantas visitas de golpe, caramba.


Repito: Muchas, pero muchas gracias a todos.

Y aún no está todo el pescado vendido

<font size=4>Y aún no está todo el pescado vendido</font>


Así es. Quien piense que esto está terminado, se equivoca de medio a medio.


Esto puedo no ser más que el principio de otra dura pelea. El Traumatólogo me dejó bien claro que esto hay que atajarlo cuanto antes. Bien, pues ojo al dato: habiéndome puesto en el volante como preferente para que la operación sea en una fecha lo más cercana posible, estando a la fecha en que estamos, me han dado como fecha más próxima para hacerme las pruebas del estudio preanestésico… ¡¡¡ el 30 de Marzo !!!


Que está de más decir que no pienso esperar cuatro semanas para que una vez hechas las pruebas, para saber cuándo se decidirán a meterme en quirófano. Lo mismo son otras dos o tres semanas más, vaya usted a saber. ¡¡¡ Vamos !!! ¡¡¡ Ni en sueños !!!


De modo que… ¡¡¡ A por ellos !!! Voy a ser el paciente más impaciente que haya pasado este trimestre por “Atención al Paciente”. Como digo, toda la lata que se les pueda dar para que espabilen, es poca. ¡¡ Vuelta a regatear !! A quien se le cuente...


Seguiremos informando…

Aquellos polvos, trajeron estos lodos

<font size=4>Aquellos polvos, trajeron estos lodos</font>

O lo que es lo mismo, como era previsible, se cumplió la máxima de que mal acaba lo que mal empieza.


Definitivamente tengo que volver a pasar por quirófano. Esto, con todo lo que va a suponer en casa para todos una nueva modificación de planes. Amén del consiguiente perjuicio laboral que me supone.
No es por nada, pero era lógico. Se veía venir.
La infección en la zona de los tornillos de titanio que me implantaron es considerable y al nuevo Traumatólogo que me vio ayer le bastó echar un ligero vistazo para darse cuenta de la importancia del asunto. No pude por menos que felicitarle además de darle las gracias por terminar de una vez con el sufrimiento que llevo a cuestas desde hace meses.


Y es que si quiero ver un lado positivo de todo esto, es ese. Porque de todo hay que saber ver el lado positivo. Y el de esto es que por fin alguien va a poner las cosas en su sitio. Siento un coraje y una impotencia tremendas por no haber sido escuchado y creer que me quejaba de vicio. Llegado el momento me resarciré de ello sin dudarlo.


Más tarde, cuando todo haya terminado, seré yo quien ponga unas cuantas cosas en su sitio también. Ahora lo que importa es que en breve volveré a pasar el mal trago del quirófano, pero las cosas como son: ¡¡¡ Bienvenido sea !!!


Tengo un pie que da grima verlo. No he querido ser desagradable hasta ahora poniendo fotos que echarían para atrás a cualquiera, pero de verdad que es digno de ser visto para hacerse una idea de por lo que estoy pasando.
Tranquilos, porque tampoco lo voy a hacer. Además, tampoco son muchas las fotos que he hecho del proceso. No es algo que quiera recordar más adelante. Al contrario. Quiero olvidarlo cuanto antes.
Sí, tengo ganas de que todo esto termine para poder seguir adelante…


No quisiera que a nadie le pasara lo que a mí me ha pasado, pero le aconsejo a todo el mundo que si alguna vez se ve en una situación parecida, que no dude en mover todos los hilos que sea menester. Ser pesados al máximo. Id a donde haga falta llegar. A algunos les cuesta escuchar, pero al final no tienen más remedio que hacerlo.
Ese es mi consejo.


¡¡¡ Siempre hacia delante !!!

Anécdota amarga

<font size=4>Anécdota amarga</font>

Se me pasó comentar que la última vez que pasé por el despacho de Atención al Paciente, quien me atendió, al comentarle lo de los tornillos, dijo:
- ¿Tornillos? No hombre, tornillos no puede ser que haya. En una operación de juanete no se implantan tornillos.
Esto, como si yo estuviera confundido o no supiera de lo que estaba hablando.
- ¿No? – pregunté yo. Cogí mi radiografía y se la mostré -. ¿ Y esto qué es?
- ¡¡ Ah, pues es verdad, hay tornillos !!
Pues eso, como San Mateo, si no lo veo no lo creo…
Mi juanete sí tiene tornillos. Así es de rarito el pobre. ¡Qué le vamos a hacer!

Suma y sigue...

<font size=4>Suma y sigue...</font>

Como me temía, terminé de nuevo en Urgencias. Era inevitable. Toda la lata que pueda dar para que alguien abra los ojos a lo que es evidente y pueda abreviar la espera hasta esa cita del día 5 es poca.
Nueva ración de dolor intenso y al Hospital que fuimos. Esta vez la estancia fue más breve. Tuve suerte: apenas dos horas.


El especialista que me vio esta vez, volvió a insistir en que “hay algo que no va” en la zona de los tornillos. Directamente y para atajar la posible infección, antes de tener que recurrir al bisturí, no se cortó en recetarme antibióticos. Es el primero que lo hace, cosa que le tengo que agradecer.


Hoy… hoy para no variar, me he levantado como yo digo “con el desayuno ya puesto”. Esto es que el pie estaba al levantarme como si ya llevara unas horas levantado. Hinchado y con dolor general bastante intenso.


Cuando corres un Maratón y ya has superado el temido mazo del treinta y tantos y llegas al cuarenta, te dices a ti mismo: Bueno, lo peor ya ha pasado. Ya sólo quedan poco más de dos kilómetros.
Pues esto es igual. Hoy es día 2. Ya sólo quedan 3 para el día 5. Puedo llegar.
Y así lo tengo que ver. ¿Qué otra me queda?
Mientras, sobrellevo mis nervios y dándome cuenta de que los que me rodean a veces me tienen que aguantar cosas que no son de recibo. Casi siempre de mal humor y saltando a la mínima. Eso no está bien. Nada bien. Procuro apaciguarme y tengo que hacerlo aún más y mejor. Siempre me termino diciendo que no debo volver a hacerlo. Pero lo vuelvo a hacer.


Esto es lo que me hace pensar en cierta culpabilidad.
Me siento culpable de lo que estoy haciendo pasar a los que me rodean. Y no es justo.


Es todo tan contradictorio...

Díme por qué...

<font size=4><i>Díme por qué...</i></font>

Si es verdad que el tiempo todo lo cura...
díme por qué,
quererte sigue siendo una locura...
¡¡¡ Díme por qué !!!

El corporativismo existe. Lo he comprobado.

<b><font size=4>El corporativismo existe. Lo he comprobado.</font></b>

Ya en el Marañón me pareció ver que ninguno se atrevía a tocar donde el Doctor X – vamos a llamarlo así -, había operado. Parece ser que se le tiene por una eminencia.
Si eso es lo que me pareció notar en el Hospital, luego tendría ocasión de confirmarlo en el Ambulatorio el Lunes.


Resulta que tal día voy por la mañana al Ambulatorio a mi médico de cabecera y me hace saber que el Doctor X ya no está. Ha desaparecido. No está disponible. No forma ya parte del cuadro de traumatología de la S.S. Parece ser que le han ofrecido otra cosa y ya no puedo contar con él. Por lo que parece, cuando le nombro parece que fuera el primo de Dios. Y no exagero.
Intenta que vaya a ver de nuevo al Traumatólogo al que no quiero ver ni en pintura y lo rechazo rotundamente de plano. Me busca un nuevo Traumatólogo que atiende por la tarde. Acepto.


Cuando le veo y le hago saber quién me operó, veo caras raras tanto en él como en la enfermera que tiene como ayudante. Le explico el problema, la enfermera me pide que me descalce para hacer una exploración, y al verme el pie no se cree que todo aquello venga por una operación de juanete. Se miran entre sí y si no dicen media docena de veces que “aquello se ha complicado”, no lo dicen ninguna.
“Esto se nos ha complicado”, “esto se nos ha complicado”… Me deja inquieto y al final termina por saltarme que es posible que los tornillos de Titanio que me implantaron, estén dando problemas de rechazo.


En seguida se me pasa por la cabeza que si es así, lo lógico será que tengan que abrir de nuevo para arreglar lo que haya que arreglar.
Total que la perspectiva de una nueva operación aparece en mi horizonte.
Este Traumatólogo dice que no puede hacer nada más y me remite a otro que es el nuevo jefe de Traumatología y que está en otro centro.
Vuelta a pedir nueva cita para este especialista. Ese es otro capítulo… Lo más pronto que me pueden dar cita para él – que también es cirujano y apenas tiene huecos para consultas -, es el 15 de Marzo. ¡¡¡El 15 de Marzo!!! Hago lo posible por que entiendan la situación y que sea antes. ¿Qué consigo? Consigo que en vez del 15 sea el 7. Aún esto me parece mucho. Voy a Atención al Paciente de nuevo. ¡Oh, milagro! En vez del 7 pasa a ser el 6… No lo acepto y me dicen que remitirán el informe a Dirección Médica. Me han llamado esta mañana. Resultado: la cita será el 5 de Marzo, parece que no se puede hacer más. Vale.


A mi hoy me duele el pie de mil infiernos. Creo que hoy terminaré yendo a Urgencias del Marañón a llorar otro poco a ver qué saco. Esto es insoportable. Los calmantes y antiinflamatorios no me hacen efecto. Lo único que lo hace es el hielo y los baños de agua caliente con sal gorda. Pero eso es momentáneo y sólo sirve para enmascarar algo que no desaparece.
En realidad debería de haber ido ayer, pero si el Ambulatorio estaba bajo mínimos de citas y de especialistas por el tema de las elecciones sindicales, imaginaros cómo no estaría el Hospital. Por eso preferí aguantar.
Así que hoy toca nuevo transtorno familiar con lo que supone que todos tengan que ajustar sus tareas a lo que yo necesito… Mi mujer dejando de asistir a sus clases y mis hijas comiendo solas.
Por esto es por lo que decía que me siento culpable. Y este sentimiento merece otro capítulo a parte, pero será en otro momento.

Un poema con los renglones torcidos

<b><font size=4>Un poema con los renglones torcidos</font></b>

Un poema con los renglones torcidos. Un Cristo. Un globo a punto de estallar. Una cosa. Una masa indefinida al final de la pierna. Y no sé qué más. No sé cómo o con qué más compararlo, pero eso es lo que era mi pie al terminar de trabajar el Domingo pasado por la mañana. Tal era su aspecto.


Y a juego con él, mi cara. Pocos eran los que me preguntaban al entrar por la mañana que me preguntaron cómo estaba. Con verme la cara ya tenían la respuesta dada.
Y el Sábado igual. Y el Viernes, y el Jueves, y el Miércoles, y... así todos los santos días hasta llegar al Sábado anterior en que por imperativo legal y facultativo empecé a trabajar. Pero aguanté como un jabato. Menudo soy yo para aguantar lo que sea… Excesivamente cabezón, tal vez.


Esto, si hubiera sido en día de diario hubiera sido más fácil de entender puesto que estés en el puesto que estés, no paras, pero el fin de semana no tiene sentido que el pie se pusiera así. Salvo para hacer las rondas - que ni siquiera hice, porque mi jefe no me dejó, que las hizo él por mí -, salvo eso, estás todo el día sentado. En mi caso la noche puesto que trabajé de noche.
Al amanecer, y aparecer el relevo de la mañana no tenía inflamado sólo el pie y el tobillo hasta una buena altura, sino que también tenía hinchada la pierna hasta la rodilla. Eso, y el color que presentaba el pie, me decidieron a ir a Urgencias del Gregorio Marañón.


Horas y horas de espera, con cambio de turno por medio incluido en que todo se pone patas arriba y nadie da pie con bola. Exploración del pie. El pie sudando y dándome cornadas constantes y cadenciosas. Nueva sesión de radiografías. Más horas de espera.
Al verlas, tampoco encuentran nada que sugiera infección alguna en el pie. Analítica competa de sangre para terminar de descartarla. Más horas de espera. No encuentran ni rastro de la infección al ver los resultados, pero me empiezan a sugerir una posible infección ósea. La verdad es que nada en todo esto me hace gracia, pero oír eso, menos.
Traducido a tiempo, esto fueron más de siete horas del Domingo que se escaparon como agua, con mi mujer conmigo y mis hijas solas en casa.


Poco, a medida que iba habiendo alguna novedad, se la hacía saber a mi mujer que estaba en la sala de espera, por medio de SMS.


Me hacen el informe y me remiten al Traumatólogo que me operó, haciendo especial hincapié en que me reciba él y no otro. Ese es otro capítulo de toda esta cadena de despropósitos. Ahora paso a explicarlo.

Pintan bastos

<font size=4>Pintan bastos</font>

Así es. Ayer Domingo, harto de una situación insostenible y de un dolor insoportable, terminé en Urgencias del Gregorio Marañón.
Harto de ver cómo no puedo realizar mi trabajo y tener que aguantar que mis compañeros lo hicieran por mí haciéndome el "favor" de tenerme sentado todo el día, cuando salí de trabajar me fui al Hospital.
Más de 7 horas allí metido.
Una semana he tardado en romperme. ¡¡ Y yo dándome un mes de plazo para darme la algría de ver cómo remitía esto !!

Quiero...

<b><font size=4>Quiero...</font></b>

Una caracola que me hable de las arenas que nunca pisaré.


Una estrella de mar que me hable de las aguas en las que el ancla de mi buque nunca se sumergirá.


Una estrella fugaz que surque los cielos que nunca veré.


Una gaviota que vuele hacia una puesta de sol en un horizonte que ignoro dónde está, allá, muy en altamar.


Una roca a la orilla de sabe Dios qué mar, en la que nunca me sentaré a descansar de mi largo peregrinar.


Un puñado de arena que deslizandose lentamente entre los dedos, me hable del tiempo que perdí, y que ya no podré recuperar.


Que me hable del tiempo que no podré compartir, paseando por unas playas que ni sé si existen. Que me hable de un mar que no me deslumbrará con sus destellos al sol. De una estrella fugaz a la que no le podré pedir el deseo que más deseé, de esa gaviota a la que no podré oir, de esa roca en la que como mucho, unicamente me podría sentar solo.
Solo, porque solo estoy desde que se fue. Porque solo me quedé.
Solo me quedé y nada de esto con ella compartiré.
Nada de esto haré, porque hacerlo sin ella, será como no hacerlo.
Y si así fuera, tan sólo me limitaría a oir el triste y lánguido canto de esa gaviota que sobrevolando mi cabeza se adentraría en el mar, quiza para no volver.


Quiero esa gota de rocío que tristemente cae,
en su ultimo suspiro de vida,
como lagrima derramada por el amor perdido.


Septiembre de 2006

Cuando un "Buenos días" es algo más que dos palabras

<font size=4>Cuando un "Buenos días" es algo más que dos palabras</font>

Como tantas mañanas en que puedo hacerlo,
dejé hoy mi saludo matutino en el Foro de Carreras
Populares, en el que nos comunicamos los amigos que
compartimos esta afición. Estas fueron mis palabras:


¡¡¡ Buenos días !!!


A veces sólo dos palabras significan mucho.
- Que sigo aquí.
- Que sigo adelante.
- Que no me rindo.
- Que no me importan los obstáculos...


Os deseo lo mismo a todos en el día de hoy.


ABRAZOS


No esperaba tener que aclararlo, pero lo hago...
Quise decir que en ocasiones un sencillo “Buenos días”
- dos palabras que tan caras se venden algunas veces -,
sirven también para indicar algo que en la boca de
ATENAS se traduciría por algo así como: “sigo vivo, que
no es poco. Sigo en la lucha. No claudico”.


Y para ir un poco más lejos, si hay un “alguien”
que desde “alguna parte” me está poniendo a prueba, que sepa
que no lo tiene nada fácil conmigo.


Soy de otra pasta, o al menos lo intento y quiero creer
Que a veces hasta lo consigo. Soy duro, soy fuerte,
me doblo como el bambú, pero no me parto. Me vuelvo a
enderezar y afronto el siguiente embate más crecido
Y más seguro.


Si pudiera explicar cómo terminó mi pie izquierdo ayer
después de 16 horas de trabajo, bastaría para entender por qué
digo todo esto y lo agradecido que estaba al levantarme y
poder llegar a la cocina a desayunar sin apenas dar tumbos
ni renquear más que lo mínimo aceptable.


A la vista de cómo tenía el pie al acostarme nunca hubiera
imaginado que me levantaría así de bien.
Las atenciones de mi mujer al llegar anoche a casa, que casi
me esperaba con un barreño de agua caliente con sal gorda en
las manos, obraron el milagro para este pie, que más que
un pie era un muñón en fase de metamorfosis a transformarse
en rueda, haya amanecido como lo ha hecho.


Hoy son sólo 8 horas de trabajo y a las 15:30 como mucho,
estaré en casa comiendo y pensando en dormir una buena
siesta de las que reparan hasta lo que no está escrito.


Sí, sin duda, levantarse tan bien, después de haberse acostado
tan mal, es para estar agradecido por muchas cosas. Tanto,
que uno tiene hasta ganas de compartirlo con los que aprecia.


Imagen: Amanecer

De paseo con Noa

<b><font size=4>De paseo con Noa</font></b>

Hacía más de 20 años que no sabía lo que era pasear con un perro de tu propiedad. Esto, por suerte, es algo que ahora hago habitualmente con mi perrilla Noa. Y es mucho lo que me aportan estos paseos siempre relajantes.


Verla corretear con esa alegría de cachorro que corre por sus venas es un goce para los sentidos. Contagiosa y siempre predispuesta al juego, hace que no repare ni en el tiempo que ando por la calle o la distancia que cubro por los descampados que hay cerca de casa.


En cierto modo hasta me da envidia verla así de ágil. Me da mucha rabia – y algo de pena -, no poder salir corriendo detrás de ella o a la par que ella. Me gustaría, pero no puedo. Ni debo, ya lo sé. Pero me lo pide. Estoy seguro de que a su manera me tienta a que lo haga. Calculo que para cuando pueda hacer esto, ella ya habrá dejado de ser un tierno cachorro. Pero tengo tantas ganas de experimentarlo, que en el fondo de mi imaginación ya lo hago. ¡ Cómo me alegro de que la recuperación de su pata haya sido ya casi total !
Queda aún un tiempo de espera en que habrá que seguir vigilando de cerca el tema, pero tiene visos de salir airosa de ello.


Pero sigo jugando con mi imaginación y soñando cómo será todo cuando me la lleve a trotar por ahí y jugar con ella como a ella le gusta. De momento me conformo con verla disfrutar como lo hizo dos fines de semana cuando la llevamos al monte de La Pedriza. ¡ Qué forma de correr saltando por encima de rocas y troncos ! Así terminó cuando llegamos a casa. No había perra. Se pegó una panzada a dormir de las que no figuran en el libro de los records.


Una de las cosas que agradezco de esos paseos es la facilidad con que uno se pone a pensar en cosas pendientes de realizar, y hasta de planificarlas con ese punto de calma con el que no lo haces habitualmente. Siempre me pasa que al llegar a casa, "soy otro" y digo: "La limpieza mental funciona". Se me olvida hasta el cansancio de la jornada laboral.

Se cumplieron los pronósticos

<b><font size=4>Se cumplieron los pronósticos</font></b>

Sin entusiasmo ni amargura, sin cansancio pero con hastío, ayer, como había vaticinado, vi cómo se cumplieron los pronósticos. Se veía venir: me dieron el Alta médica, y hoy he pasado mi primera jornada laboral con todos los gastos pagados como yo digo…


La valoración del día es que he pasado la jornada con más pena que gloria. Si hoy, que ha sido una jornada de poco o más bien ningún trabajo, he terminado como he termminado, no sé lo que me espera cuando tenga que afrontar una jornada laboral entre semana.


Las dos últimas horas han sido un calvario, y la última me la he pasado sentado en el puesto con el pie al aire fuera del asfixiante calzado. ¡¡ Y yo que pensaba que había encontrado la solución en unas zapatillas deportivas New Balance de color negro que compré con mi mujer en un Decathlon el otro día… !! Al ser negras, pasan muy desapercibidas y no se nota – si no te fijas – que no son unos zapatos normales de vestir, y mucho menos unos zapatos reglamentarios de trabajo.


Me pasé unos días domándolas, pero veo que de poco o nada ha servido. Parecía que era el calzado ideal que mi pie operado podía ser capaz de soportar medianamente bien.
Veremos lo que queda por venir. De momento en cuanto a horario el cuadrante hasta final de mes me da vértigo. Trabajo consecutivamente hasta el 28 - 12 días -, a una media de 12 horas diarias. Me he prometido a mí mismo que si soy capaz de superar eso, será capaz de superar cualquier cosa.


A ver si soy capaz de cumplir esa promesa. De momento, para empezar, el pie lo tengo más inflamado que esta mañana antes de empezar a trabajar.


Saludos a los corredores del Maratón de Valencia que se celebra mañana.
¡¡ Buena mañana de Maratón para todos lo que de una u otra manera participéis en esa carrera !!

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Mis fotos

Penúltimo asalto...

<font size=4>Penúltimo asalto...</font>


Ayer mi cita con mi médico de cabecera no me fue tan mal como esperaba. Daba por hecho que adelantándose al criterio del Trauma que tiene que ver las radiografías que me hagan el Jueves, me daría directamente el Alta. Me equivoqué.

Viendo que por fin he conseguido calzar unos zapatos de vestir, aun persistiendo el dolor y las molestias de metatarsos que tengo, me ha concedido de plazo hasta el Viernes para – en función de lo que diga el Trauma -, darme el Alta o no.

Hay una frase que no cuyo significado no he conseguido entender nunca:
“La excepción confirma la regla” A lo mejor es la frase que debería de aplicar a este momento.

Por mi parte sigo con mis caminatas y mis paseos con la perrilla. Es un aliciente más para no enterarme de lo mucho que ando. Viéndola corretear y jugar por la hierba de un descampado que tengo cerca de casa, me distraigo y no pienso en nada más. Da gusto verla. Os lo aseguro.

Esto es lo que hay por ahora. Sigue el compás de espera. El Jueves ya veremos.

Hoy tengo mucho que soltar

<font size=4>Hoy tengo mucho que soltar</font>

Sí, lo siento, lo noto… Hoy tengo mucho que soltar. Me lo pide el cuerpo.
Estaba trabajando en actualizar la página de Sylvie... y me ha pasado algo.
Algo que me ha hecho retrotraerme al MAPOMA DE 2005.


Entonces, en 2005...
…acababa de operarme de los tendones del pie izquierdo. El mismo pie del que me he operado el año pasado de juanete – Hallux Valgus para los entendidos -.
Fue pocos días antes del MAPOMA.
Televisaron la carrera, y no pude evitar sentarme en la cocina a verlo en el pequeño televisor que entonces teníamos allí.
Las emociones que se me acumularon, las sensaciones, y la rabia por no poder estar allí, se arremolinaron en mi estómago. ¿Consecuencias? Los vellos se me pusieron de punta al ver el pistoletazo de salida. Y lloré. Desconsoladamente y en solitario. No había nadie en casa – por suerte -.


Yo tenía esperanzas de haber corrido al menos parte de ese Maratón ese año. El último entrenamiento que hice con Emilio, me puso los pies en la tierra y terminé viendo claro que mi único destino ese año iba a ser el quirófano. No había otra.


El efecto inmediato de esas sensaciones en el estómago, fue el que suele suceder cuando vives algo y por algo que sientes que está hecho para ti y por lo que luchas, y de lo que te enamoras, pero que ves que se escapa de tu alcance. Sí, se me saltaron las lágrimas. A raudales. Igual que ahora. Igual que hoy mientras desmenuzaba la crónica de Sylvie del Maratón de Valencia. Cuando he leído ese final del Maratón, acompañando a dos desconocidos con los que se solidarizó y esperando en la meta a otro con el que se fundió en un abrazo final, eso… eso me ha podido. Me ha roto.
Igual que me pudo cuando leí la llegada de Josero a meta de la mano de sus hijos. Impresionante momento. Maravilloso recuerdo para él. Maravilloso recuerdo que yo quiero tener algún día.
Lo de Sylvie dándole ambas manos – porque no tiene más -, a dos corredores llegando a meta me ha hecho revivir lo sentido en un MAPOMA del 2005 en el que no pude estar.


He llorado y me ha roto. Pero también me ha hecho ver algo. Algo en mi interior me ha gritado que yo tengo que volver a este deporte. Y volveré. Me cueste lo que me cueste y tarde lo que tarde. Y sin ánimo de ofender a nadie, hasta prescindiendo de la edad que se me echa encima implacablemente.

Al César lo que es del Cesar, y a mis compañeros de Blog, lo que es de mis compañeros de Blog

<font size=4>Al César lo que es del Cesar, y a mis compañeros de Blog, lo que es de mis compañeros de Blog</font>

Hoy me resulta obligado rendir un reconocimiento a los compañeros de Blog con los que comparto esta afición por escribir y leer – ya sea sobre atletismo popular o sobre cualquier tema relacionado con la vida cotidiana -, que eso, la mayoría de las veces es indiferente.


Es increíble la facilidad y la fertilidad de algunos a la hora de agarrar el teclado para dar rienda suelta a cualquier tema a diario o como mínimo día sí día no.


En algunos casos es fácil de entender. Son atletas populares en activo y sin apenas problemas de lesiones o de desplazamiento para ir de una a otra punta de España, o del Continente o incluso del Globo a correr esta o aquella carrera, y lógicamente – yo también lo haría si fuera mi caso -, tienen mucho que contar.


Da vértigo ver que cuando entras en algunos Blogs, - Bitácoras es como a mí me gusta más llamarlos -, aunque hayas estado el día anterior o un par de días antes, parece que hace un mes que no lo visitas.
Y tema a parte, la cantidad de extras con que algunos aderezan sus espacios. Videos, música, contadores, relojes, etc… Si yo contara lo que me ha costado a mí poner un contador en condiciones, no se lo creería nadie. Montar páginas Web se me da más o menos regular, pero conseguir ver cómo entrar en el HTML de la plantilla de mi Bitácora, me costó Dios y ayuda.


Lo dicho, desde aquí mi admiración por mis compañeros de Bitácora. Cada día me lo ponéis más difícil seguiros, pero lo intento. Y por cierto, en todos los casos disfruto muchisimo con todo lo que veo.

¡¡¡Felicidades, compañeros!!!

“La energía no se destruye; se tranforma”

<font size=4>“La energía no se destruye; se tranforma”</font>

Recuerdo que en el colegio nos enseñaron que la energía no se destruye; se transforma. Si no es así, es algo parecido. Que mis profes de la infancia me perdonen. Otras cosas las recuerdo mejor: Palénquima, colénquima y esclerénquima. Son la distintas células que gestionan el crecimiento y desarrollo de una planta. La lista de los Reyes Godos tampoco fue mi fuerte. ¡Qué le vamos a hacer…!


Siguiendo con el tema de ayer, tengo que decir que algo parecido pasa con mi cabreo. No desaparece; se transforma. Y se transforma en decepción. Me siento muy decepcionado al ver el trato recibido por parte de unos y otros.
En pocas palabras, mi médico de cabecera viene a decirme que el hecho de que el pie esté inflamado y no pueda ponerme unos zapatos, no es motivo suficiente para que continúe de baja. Solución: que me ponga unos zapatos de un número más grande. Mis circunstancias laborales – en mi opinión - no le importan. Aquí lo importante es que Inspección no le siga dando caña. Eso se ve a la legua.


Teniendo en cuenta al menos que el dolor y los calambres persisten debajo de los dedos después de un cierto tiempo andando, me ha vuelto a remitir al Traumatólogo para que valore esta circunstancia y decida si se reafirma en darme el Alta Clínica. Caso de que no lo considere importante y se reafirme en ella, el Lunes de la semana que viene la médico de cabecera me dará el Alta Laboral. Veinticuatro horas después, estaré haciendo mis rondas y mis turnos como Dios me dé a entender.


En casa, todo esto nos parece tanto a mi mujer como a mí, de lo más surrealista y esperpéntico. ¡Como me gustaría saber la opinión de Francisco!


Todavía me cabe recurrir a un par de herramientas que están en mi mano y que estoy en mi derecho de utilizar. El Jueves, veo al Trauma. Si me vuelve a dar problemas, que presumo que sí, el Viernes podría ser yo el que fuera a hacer una visita a Inspección Médica. Esa es una de las cosas que podría hacer. La otra, termine esta historia bien o mal, - eso va a ser lo de menos -, pediré el cambio de médico de cabecera, que sé que es algo a lo que tengo derecho.


Y así están las cosas. Ahora mismo no puedo evitar sentirme como una pelota de ping-pong, que va de un lado al otro, según quien me rebote. ¿O tal vez sea yo una patata caliente para ambos?


¡Ah! Dicho sea de paso, me vio el pie. Pero de nuevo fue por iniciativa mía.